HALCONES DEL ESPACIO
Aquí Tenemos un clásico de
quiosco de finales de los 60 y 70 que marcó una época: el paracaidista de los “Halcones del Espacio”. Nuevo, y en
bolsa original.
Este paracaidista era, en
principio, muy simple. Visualmente era una pasada. Consistía en una figura de plástico,
la cual estaba enganchada por los hombros mediante cuerdas a un paracaidas.
Todo era plástico y cuerda.
El juguete viene cerrado en una bolsa de plástico
transparente, en la que está enrollado el paracaidas. También se adjuntan las
instrucciones para hacerlo volar correctamente. A modo de cierre tiene un
cartón grapado con el nombre “Halcones
del Espacio”, y el precio de 15 pesetas.
La figura del paracaidista
(como otras figuras de plástico del mismo estilo) aparece en diversos colores:
amarillo, azul, verde... El paracaidas era a cuadros rojo/blanco, azul/blanco,
verde/blanco...
También, en el mismo
formato, se encuentran con el nombre de “Super paracaidistas/ Heroes del
Espacio” y “Paracaidistas/Aguilas del Espacio”. El fabricante, suponemos, era
el mismo.
Fue
una figura más tarde imitada, pero sin llegar al nivel del original. La
presentación era muy sencilla (típica de los juguetes de quiosco), pero la
jugabilidad era extrema.
El fabricante fue Alfredo Losada, c/ Joaquín Valls,
Barcelona 16. Se fabricaban en una calle cercana a casa. Me acuerdo de ver en
la juguetería-papelería donde los hacían y vendían (La llamabamos “La Barata”), cajas y más cajas
enormes llenas de bolsas de paracaidistas... Que recuerdos...
Alfredo Losada también era fabricante de “sobres sorpresa” (sobres de soldaditos/
Montaplex). Entre ellos, algunos con nombres tan sugerentes como: “Los meteoros
de la pista” (cochecitos de plástico), “Las panteras del desierto”, “Patrulla
de choque”, “Marines en combate” (estos últimos de soldaditos). También había
sobres de niñas...
También tenía pequeños blísters
(bolsa de juguetes) con, por ejemplo, 1 bolido o cochecito montado, otro para
montar y 1 ciclista u otra figura de plástico... una pequeña delícia.
El paracaidista tenía un
pequeño hueco (en el lugar de la mochila) para poder adjuntar una pequeña
piedra con el paracaidas. Así, al tirarlo, se impulsaba más fuertemente y la
caida era más larga.
Ver como caia ese
paracaidas nos transportaba a infinidad de películas de guerra de sábado por la
tarde. Muchas veces el pobre topaba con ramas de árbol o cables del tendido eléctrico,
y se acababa el vuelo.
Muchas veces las cuerdas
del paracaidas se enrollaban entre ellas, y desenrollarlo era una misión
imposible.
Os paso el link al Kiosko del entrañable Akela, donde nos habla del tema:
Una grandísima joya... Maravilla de Kiosco
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